lunes, 27 de agosto de 2018

Rendija 


Estoy parada frente a un pasillo, es largo y contiene oscuras habitaciones, o al menos deduzco que son oscuras por dentro ya que no hay ni un asomo de luz atravesando esas desesperantes puertas cerradas.
Pareciera ser que la oscuridad es tal que termina por absorber cualquier minúscula chispa que ose presentarse en este tajante silencio.
Sigo avanzando a lo largo de esta pasarela infernal, los pies me pesan a cada paso, siento que el espesor del aire cae en mis hombros como un muerto y me aplasta contra el suelo hasta casi dejarme arrodillada, pero yo sigo mi caminata al ras del piso y por momentos hasta pareciera que voy caminando por debajo.
Arriba, abajo, si voy acostada o si estoy en mis pies, ya no podría  decirlo. Todo se volvió  realmente confuso. No entiendo ya si la oscuridad  es afuera o si yo me volví ella, hay un adentro y un afuera? Se habrá consumido ya toda la luz del mundo? 
 Pienso esto mientras mis pies se siguen moviendo en piloto automático y me doy cuenta que el negro al que me estaba acostumbrando ya no es tan ciego, hay algo a lo lejos que esta cortando con la oscuridad. Efectivamente sigue existiendo la luz, pero es muy fino su rallo, lo veo, es un puerta, la luz sale de una rendija y por debajo también se filtra. Ésta puerta es la última, no está ubicada a los costados como las demás, está en frente mío, como de cara a mi, como poniéndole fin al aparentemente interminable pasillo negro.
  Mi paso ahora cesa un poco, me voy acercando lentamente hacia ella, mi andar es algo tímido y temeroso, podría decir que tengo miedo, pero por qué? Si fui yo quien añoró el fin del incierto. Sensaciones contrarias invaden mi cabeza.
Logro acercarme después de éste débil recorrido, mis pies ya no soportan, la cabeza me explota, mis ojos no ven y ahora se encandilan, algo en el pecho late fuerte y constante. Puedo ver que la puerta tiene unas cadenas selladas con un candado, me acerco y espío por la rendija, no estoy segura de qué espero encontrar pero miro igual, los ojos tardan un poco en acostumbrare pero cuando lo hacen logro ver en medio de una gran tormenta algo realmente claro. Es como si de repente una imagen feliz se posara nítida en mi mente, una imagen conocida, como si volviera a vivir un sentimiento olvidado, como si volviera a sentir.

En este momento no estoy segura de qué estaba haciendo, ni dónde me encuentro, ni qué es lo que pienso.
 No estoy segura por qué ese sentimiento tan puro estaba encadenado, alambrado, oscurecido, escondido, Por qué lo habré encontrado?
 Lo que sí estoy segura es que no quiero perderlo.
 Siento en mi interior una fuerza que nunca antes había conocido.
 El alambre ya no me lastima, las cadenas están oxidadas y viejas y las puedo cortar, el candado? el secreto para abrirlo estaba ahí adentro y sin darme cuenta solo lo abro.
Ahora que tengo esto en mis manos qué puedo hacer?
 Me aterra perderlo, creo que lo mejor es guardarlo en el lugar más profundo pero no inalcanzable, protegerlo para que nadie pueda tocarlo ni arrebatarlo.
 Salgo de la habitación, en el suelo puedo ver unos alambres y unas cadenas oxidadas, las ato como puedo en la puerta que tengo detrás, algo me dice que es lo que debo hacer. Camino instintivamente alejándome.
 Ahora estoy en un largo pasillo, me encuentro caminando en una oscuridad que se vuelve cada vez más espesa, volteo y a mis espaldas veo una puerta, creo ver que tiene un candado y unas cadenas reforzándola, son más las ganas de salir de este lugar que la intriga que me genera aquella puerta aparentemente impenetrable así que retomo mi andar.
Sigo caminando


-Ro-